Tu Piel Hermosa
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Cuidados de la Piel
Tu piel te proteje y te permite interactuar con el medio ambiente. Una piel suave, hidratada y hermosa te hará sentir bien y te ayudará a exteriorizar quien realmente eres.
La resequedad en la piel es un síntoma muy común, especialmente en las personas de edad avanzada. Esta condición se presenta con mayor frecuencia en el invierno cuando el aire frío del exterior y el aire caliente del interior pueden provocar baja humedad. El uso de calentadores con aire a presión aumenta la probabilidad de que se presente resequedad en la piel. La piel pierde humedad y puede agrietarse, exfoliarse, irritarse o inflamarse. Además, los baños frecuentes, especialmente con jabones fuertes, pueden contribuir a la resequedad de la piel.
La característica de la piel grasa es la acumulación excesiva del sebo. ste tipo de piel suele presentar mayor espesor, glándulas sebáceas con sobreproducción de sebo y orificios pilosos dilatados. El cutis graso es frecuente en jóvenes y adolescentes menores de 30 años, pero también puede afectar a los adultos. Podemos detectar a simple vista un cutis graso, ya que se observa un cutis poroso, húmedo y brillante.
Son manchas planas que pueden aparecer en zonas de la piel que están expuestas al sol. No tienen nada que ver con el hígado ni con la actividad hepática. La coloración puede deberse al envejecimiento, la exposición al sol u otras fuentes de luz ultravioleta, o causas desconocidas. Las manchas cutáneas son muy comunes después de los 40 años de edad. Ocurren más a menudo en zonas que han tenido la mayor exposición al sol, como: El dorso de las manos, la cara, los antebrazos, la frente y los hombros
La flacidez es la pérdida de firmeza de la piel debido a la disminución o debilidad de los tejidos de sostén, el colágeno y la elastina. Su localización más frecuente es en las zonas del rostro (papada y caída en ángulo mandibular o párpados), en la cara interna de los muslos, la cara interna de los brazos, el abdomen y los glúteos. Existen diversas causas: una de las más frecuentes es el paso del tiempo. Las proteínas que mantienen la piel firme y adherida sobre los músculos van perdiendo eficacia con el paso de los años, la obesidad, embarazos, exceso de glúcidos y harinas, el sedentarismo y la exposición exagerada al sol.